19 de abril de 2013

Libro de Oración Común Mirando hacia el futuro.


L.O.C. Mirando hacia el futuro.
“A pesar de que sus revisores representaban diferentes posiciones litúrgicas y teológicas; estas personas estuvieron conscientes de las necesidades espirituales de sus respectivas generaciones, y estuvieron también decididos a ser fieles a estos principios. Los revisores no hicieron esto por legalismo o por sentimentalismos, sino porque entendieron que todo Libro de Oración Común que sea digno de ese nombre, debería estar fundamentado en las Sagradas Escrituras, de acuerdo con la práctica de la Iglesia primitiva, y ser edificante para el pueblo.
El Libro de Oración también se ha beneficiado de la honesta discrepancia de aquellos que no estuvieron de acuerdo con las revisiones. Esto ha contribuido a que - en cada revisión-, hubiera un freno que impidiera que los cambios llegaran más allá de lo que era prudente en un momento determinado.
Siempre se ha sabido que la necesidad de revisión forma parte de la naturaleza del L.O.C. el prefacio escrito por Cranmer para los dos primeros, comienza con estas palabras:
“Nunca hubo cosa tan bien ideada por el ingenio humano, ni tan firmemente establecida, que con el transcurso del tiempo no se haya corrompido; como - entre otras cosas - , se deja ver claramente por las oraciones de uso común en la iglesia”.
No debemos considerar al Libro de Oración como un monumento incambiable, por tratarse de un valioso tesoro de nuestra herencia litúrgica; por el contrario, el L.O.C. sólo constituye un valioso tesoro, cuando es un instrumento que responde a las necesidades de los fieles en cada generación.
Desde el punto de vista canónico, solo la Iglesia reunida en Convención General, tiene la autoridad para decidir el contenido del Libro de Oración Común, y para efectuar cualquier cambio que considere necesario.
Es de esperarse que las iglesias anglicanas de América Latina, desarrollen sus propias versiones del L.O.C., en una forma que a la vez sea congruente con su rica identidad cultural y con la tradición litúrgica del anglicanismo.
El Libro de Oración Común, nunca debe ser visto como un lecho del cual no podemos levantarnos, sino, como el trampolín desde el cual podemos lanzarnos hacia una más amplia dimensión de la alabanza y la oración.”
William Sydnor

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